Maratón Oporto 2018
El pasado
domingo 4 de noviembre, tres de nuestros compañeros debutaron en la
distancia reina de las carreras de asfalto: el maratón, 42,195 kilómetros que
no todo el que corre está preparado para afrontar.
Todo comenzó
varios meses antes, y probablemente el “presunto culpable” fuera nuestro
experto en dicha distancia: Tomás Tejedor. Él ya lleva varios maratones en sus
piernas, y cuando decidió que participaría en el Maratón de Oporto, nada hacía
presagiar, que lo que había empezado como una decisión personal, acabaría siendo
una expedición astorgana en toda regla, a la bonita ciudad lusa.
El tiempo iba
pasando, los entrenamientos iban adecuándose a las necesidades de Tomás, un día
series, otro rodaje, llegaron las tiradas largas… y de pronto alguno de ellos
pensó: “y si… no, no, es una locura”, a otro se le pasó por la cabeza: “estaría
bien, pero no estoy seguro de estar preparado…”. Siguieron los entrenamientos,
cada vez con el objetivo más cerca y por ello más nítido, verse cruzando la meta
en una gran ciudad europea.
Probablemente
lo comentaron bromeando, y la cosa quedó en nada. Pero la idea cada vez volvía
de forma más recurrente a sus mentes. A uno de ellos se le ocurrió mirar el
calendario, y descubrió que no era mala fecha, pues había un día festivo cerca,
“y si… podría cogerme el viernes e ir con la familia”.
Decidido, los
demás lo habían sopesado también, ¡qué narices, nos lo merecemos y estamos
entrenando para ello! Firmemente decidido, además tras la Behobia – San
Sebastián del año anterior, se habló de que no estaría mal hacer un viaje de
equipo una vez al año.
Se
formalizaron inscripciones, se buscaron alojamientos para corredores y familia
acompañante. Ya solo quedaba esperar a que se acercara la fecha y seguir
entrenando duro para hacerlo lo mejor posible.
Y llegó la
fecha, partieron en dos expediciones, la primera con idea de ir reconociendo el
terreno y disfrutar de la bella Oporto con mujeres e hijos. La segunda
expedición partió el día antes, las fechas eran muy especiales, y había que
estar en casa.
Todos juntos
por fin, emoción, fotos, risas, nervios, feria del corredor, comida de equipo
rica en hidratos, más fotos, más risas, dudas, y miedo, porque no admitirlo, es
una distancia que da respeto, era la primera vez para la mayoría, y el tiempo
(y la rodilla de alguno) parecían no acompañar. Muchos ánimos de familia,
amigos y equipo, y a dormir (si se puede).
Amaneció
nublado, pero en peores plazas se ha toreado, había ganas, es imposible no
tener ganas ya metidos en el ambiente de una gran carrera. Miles de personas
con una misma ilusión, cruzar esa meta. Los mejores deseos de todos los
conocidos, los cinco en la mente de los integrantes del equipo.
Dan la salida.
A disfrutar. Mónica Pérez nos mantiene puntualmente informados: Víctor y Tomás
en cabeza, los siguen de cerca Vidales y Roberto, el presi va a su rollo,
esperando que la rodilla le aguante, aunque sabe que después lo pagará, habrá
merecido la pena. Los cuatro muy cerca. Víctor lleva muy buen ritmo, Roberto va
muy bien. Vidales se descuelga un poco. Tomás y Vidales afrontan juntos los
últimos kilómetros. ¡Dios, qué emoción! ¡Y qué nervios! ¡Lo consiguen seguro! Llega
Víctor. Llega Roberto. Mónica no da abasto: fotos, seguimiento en vivo,
mensajes al equipo… lo estaba dando todo, y disfrutando de lo lindo pese a la
copiosa lluvia que arreciaba. Llegan Tomás y Vidales. Solo falta el presi. Llega
Agapito. Sudor y alguna lágrima al atravesar la meta.
¡FINISHERS! Los
cinco finishers.
Reto superado.
Felicitaciones, risas, anécdotas, fotos, dolores, más risas, más anécdotas,
felicitaciones, felicitaciones, muchas felicitaciones.
Un recuerdo
para siempre y la satisfacción de poder decir: ¡soy maratoniano!Enhorabuena y gracias por llevar al Astorga Running fuera de nuestras fronteras.
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